AMAZONAS DONDE EL VERDE ES DE TODOS LOS COLORES




La mañana empieza y el espesor de la selva con sus múltiples sonidos se convierten en poesía para los oídos, sonidos que se van transformando según sea la hora, que va acompañada de rimas que bajan con  la brisa húmeda de  los vientos que trae el rio Amazonas mientras viaja imponente en su ritmo hacia el Atlántico. 
De esta forma me despierto, debo dar gracias a Dios por permitirme observar la inmensidad del Mundo y contemplar lo que con sus manos muchos llamaron el mar de agua salada. 


Viajar no se hace todos los días Por eso es importante aprovechar cada segundo y luego de un viaje de casi dos días incluyendo 12 de bus y 2 avión, más las largas esperas en terminales y aeropuertos. Ya era hora de empezar a explorar el pulmón del Mundo. 
La primera visita la realizo a lo largo del rio, nunca había visto un río tan ancho y con tal caudal, me deje sorprender, disfrutaba la brisa seca del Amazonas y me asombraba  con cada minuto que pasaba, escuchaba las historias del río, cuanto medía, cual era su recorrido y esa magia que guarda sus tormentosas aguas. 
Ya instalados en el hotel quisimos hacer alguna de las actividades propuestas así que en medio de un río que desemboca en el Amazonas decidimos hacer kayak,  disfrutamos de remar tranquilamente por el agua, ver toda la gran vegetación, los árboles inmensos y de nadar un rato en medio del verde oscuro de las aguas antes de volver al hotel, una actividad de una duración de casi tres horas que llena el espíritu y permite una conexión tan real entre la naturaleza y el hombre. 
El día dos empezaba y nos esperaba un lugar de encanto un pequeño punto en medio de la selva, el segundo municipio del Amazonas o también llamado el pesebre ecológico del selva *puerto Nariño* un recorrido de algo más de una hora, a orillas del hermoso rio Laretoyaco donde se aprecia  la Unión de este con él Amazonas. 
Nuestra visita incluyó una visita por el pueblo, un imponente muelle da la entrada inicial, calles pequeñas que se pierden con coloridas casas e imágenes de animales de la selva para una buenas fotos. 
El restaurante un lugar para repetir, una comida única de la selva, tipo Bufet que con mucho cariño ofrece su dueña, en medio de historias de subiendas del río y un buen café para despedir. 
La estrella del lugar es el mirador imponente desde allí se observa todo el municipio, y, los dos ríos que lo rodean, amplios, imponentes y bellos tanto que los ojos no se dejan distraer ante la beldad de las aguas. 
Para despedirnos de puerto Nariño, bajamos comiendo un helado de Arazá fruta propia de la región Amazónica. Inmediatamente nos embarcamos en nuestro regreso sin antes ver el desfile de los delfines rosados, a veces solos, a veces acompañados, un poco esquivos a la vista, pero cuando se dejan ver, muestran sus saltos que producen un eco y una sonrisa en la cara de los visitantes. 
Tercer día, las visitas a las comunidades indígenas es un Programa obligado sí o sí para hacer en el Amazonas. Visitamos dos comunidades ambas Tikunas nos enseñaron de su cultura, su cosmovisión del Mundo, bailes, palabras, saludos, vestimenta, gastronomía y nos abrieron las puertas de sus casas para sentir la esencia del Amazonas. Debo admirar el arte que tienen en sus manos al construir tantas artesanías que las maletas no alcanzan para todo lo que uno quiere llevar. Así como la organización de sus culturas, ellos la tienen clara, saben del tesoro que tienen en la selva y el río. 
La siguiente vista fue  la Isla de los Micos  un lugar habitado por estos pequeños animales, allí se logra hacer contacto con una de las especies más representativas del Amazonas, una visita no de mucho tiempo por ser un lugar netamente turístico, pero que vale la pena cuando uno no está acostumbrado a tener contacto con la naturaleza. A la  salida un grupo indígena muestra sus bailes y acceden para fotografías y algunas palabras. 
Otra visita realizada fue al jardín Botánico Victoria Regia, es un circuito en el que se aprende de botánica y naturaleza y que tiene como regalo la visita a conocer la planta Victoria Regia y que da  la flor de  loto una de las plantas acuáticas más imponentes del mundo, al igual que todo el Amazonas su historia se enmarca desde la mitología ancestral. 
Para terminar y despedirnos del Amazonas conocemos un poco del lado Brasilero en Tabatinga se realizan algunas compras para luego volver a Leticia en lado Colombiano ya en Leticia caminamos por sus calles, fuimos al parque y desde lo alto de la Iglesia observamos el atardecer y nos dejamos hipnotizar por el canto de los loros que todas las tardes vuelven a las copas de los árboles en Leticia dando un espectáculo único de la selva. Finalizamos con la visita al Museo etnográfico aprendimos de todas las culturas y etnias amazónicas así como de las plantas medicinales, para volver a nuestro hotel y embarcamos de nuevo en el avión con rumbo a Bogotá. 

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